La crisis económica dejó un gran número de parados en España. Pero el sector más afectado fue el de la construcción. El estallido de la burbuja inmobiliaria supuso la pérdida de trabajo para muchos obreros que hace diez años disfrutaban de su época dorada. Poco a poco, el gremio se ha recuperado, pero todavía quedan muchos que no han conseguido volver a entrar en el círculo. Y esto es un problema para las constructoras.
Muchos de las trabajadores de la obra que no han vuelto a la vida laboral se han unificado en los que han llamado asamblea de parados. Estas asambleas formadas por algunas asociaciones se han hecho muy famosas en zonas como el norte de España. De hecho, hay algún vídeo donde se observa como han llegado a intentar paralizar una obra.
Al final, la unión hace la fuerza. Por este motivo, estos trabajadores se han aunado para intentar ejercer presión sobre las constructoras y promotoras. ¿El objetivo? Intentar que las personas asociadas a sus listas de desempleo sean contratadas. Son un pequeño ‘lobby’ de desempleados que buscan volver al circuito laboral. Para ello, hablan con el responsable de la obra y negocian la posible contratación.
Al final, estas asambleas son un arma de doble filo para las constructoras. Por un lado, es cierto que este tipo de empleados cuentan con una gran experiencia adquirida durante los grandes años de la construcción. De hecho, pueden servir como ejemplo para los escasos jóvenes que entran a trabajar a la obra.
Por contra, la unión de estas asociaciones también puede suponer una amenaza para las empresas. En algunos casos las compañías se encuentran entre la espada y la pared. Lo cierto es que en España se necesita mano de obra. De hecho, se mira a Portugal a la hora de contratar ferrallistas. Por este motivo, es contradictorio que existan estas asambleas de parados cuando hay escasez de obreros. El motivo es que se necesita gente muy especializada o en labores muy concretas que se han perdido a lo largo de estos años.
Esta diferencia surgida entre la oferta y la demanda de empleo en la construcción genera alguna tensión entre los empresarios y los desempleados. “Si a mí me hace falta un maquinista para mi grúa, pero el primero de la lista de la asamblea es un pintor, tengo que contratar a esa persona aunque no me haga falta”, afirma una empresaria en un reportaje emitido por Televisión Española a comienzos de este junio sobre el boom inmobiliario. “Sí, pueden llegar a parar la obra”, explica un trabajador de la misma obra.
De todos modos, los sindicatos niegan este tipo de prácticas. Al menos, en Madrid. “No estamos al tanto de estas situaciones”, afirman desde CCOO. De hecho, desde la central denuncian la vuelta del sector a los años de antes de la llegada de la Democracia. “Estamos volviendo a ver como se contrata a los obreros en Plaza Elíptica desde una furgoneta como si se tratase de temporeros de la fruta”, explican desde la central.
AUSENCIA DE NUEVA CONSTRUCCIÓN
Lo cierto es que la existencia de estas asambleas tiene poco o nada que hacer en ciudades como Madrid o Barcelona. Porque lo cierto es que no existen nuevas construcciones y por lo tanto no hay obras en las que contratar gente.
No hay vivienda terminada para comprar en Madrid y Barcelona. Tanto la capital española como la catalana se están quedando sin casas que permitan repoblar un parque residencial que vuelve a contar con una alta demanda. Esta tendencia podría derivar en que se agote el stock de obra nueva en tan solo ocho meses en Madrid y en catorce en Barcelona.
Por ejemplo, en Madrid, de las 5.457 unidades de vivienda nueva registradas en 2016 ahora solo quedan 346. Eso sí, a esta cifra hay que sumar otras 5.973 nuevas unidades, lo que arroja un total de 6.319 viviendas –3.067 en el área metropolitana– un 15,8% más que hace dos años. El problema es que en estas grandes ciudades ya no hay terrenos donde levantar edificios residenciales ni parques empresariales y por lo tanto es más complicado para los obreros de las asambleas encontrar trabajo en ellas.